Caso: Aquí les entrego a mi hijo
Fernando y Marcela son una pareja relativamente joven. Se casaron hace diez años. Tienen dos hijos: Clara, de cuatro años y Javier, de ocho.
Javier estudia en un colegio que se preocupa por brindar una educación integra, como lo demuestran todos sus estamentos educativos. Clara ingresó a un colegio femenino para cursar en preescolar.
Las relaciones entre Fernando y Marcela han tenido momentos difíciles y cada uno, tiende a descargar en el otro la responsabilidad de la educación de sus hijos. Él trabaja en una empresa comercial y, por esta circunstancia, debe alejarse con frecuencia del hogar, en viajes que, en algunas ocasiones, suelen durar hasta una semana. Al regresar a su caso se encuentra con esta situación:
Marcela: Siquiera regresaste, porque este hijo tuyo cada día se pone más pesado. Me han llamado dos veces en esta semana, para darme informes muy negativos a cerca de su comportamiento en el colegio. Si sigue así, perderá el cupo para el año siguiente.
Fernando: Pero ¿Qué es lo que le pasa a este niño? Yo me mato trabajando y dándole todo lo que piden en el colegio. Ya es hora que los profesores asuman su responsabilidad. Para eso se les paga.
Marcela: El director de curso quiere que hablemos los tres, porque dice que es importante la presencia del padre.
Fernando: ¡Lo que me faltaba! Ahora encima de que se les paga mensualmente, me toca a mí cargar con la tarea que los maestros no cumplen!
Marcela: Sería bueno que sacaras un tiempo para que pudiéramos dialogar con el profesor. ¿No crees que sea necesario?
Fernando: y entonces ¿Cuál es el oficio de ellos en el colegio? Yo llevé a mis hijos a estudiar para que me los eduquen. No tengo tiempo para perder en entrevistas que a nada conducen.
Marcela: En el colegio de la niña, nos han citado también porque dicen que al firmar la matrícula, nos comprometimos a trabajar conjuntamente por la formación de Clara.
Fernando: ¡Ah! Y ahora eso. Entonces. ¿Para qué sirven los colegios? Es que, además de pagarles, ¡ nos toca a nosotros educar a los hijos? Ya te dije que no tengo tiempo para reuniones inútiles. Que esos profesores entiendan de una vez, que trabajo duro para poderles pagar los estudios. ¡A mí no me vengan con reunioncitas!
Marcela: Entonces ¿Qué vamos hacer? Yo siempre doy la cara y estoy atenta a lo que pasa en el colegio. Pero los niños, además de la madre, tienen un padre. ¡Es necesario que vayas al colegio y te presentes porque ellos no son huérfanos!
Fernando: Ya te dije que no tengo tiempo. Ve tú, que no haces nada.
Este dialogo, como otros tanto similares, los conduce a fuertes discusiones. Algunas veces, delante de los niños.
La situación para estos, en sus colegios, no es menos difícil, pues los profesores, al ver que los padres no se presentan, han comenzado a presionarlos y ello los hace sentir incómodos.
Clara llegó del colegio con los ojos llorosos y su madre le preguntó:
Marcela: Y ahora ¿Qué te paso? ¿Te regaño la profesora? ¿Te peleaste con alguna compañera? ¿Qué te hicieron? Porque ¡me voy al colegio y armo un escándalo…!
Clara: No, mamita, precisamente me llamaron la atención porque tú y papito no han ido a las reuniones. Dicen que no podré seguir en el colegio y yo quiero continuar mis estudios allí, hasta cuando termine.
Marcela: Bueno mi niña, ya veremos qué hacer para que tu papá se convenza de que debe ir al colegio.
Javier por su parte, ha llegado del colegio y le ha dicho a su mamá:
Javier: Mami, deben ir al colegio porque inicia la Escuela de Padres que son unas reuniones para ustedes.
Marcela: ¿Pero cómo vamos hacer? su padre no quiere saber nada de esas cosas; yo puedo ir, pero si nos citaron a los dos, a lo mejor no me reciben.
Y Marcela no fue al colegio de Javier. Pasó el tiempo y, al finalizar el año, llamaron a Fernando y Marcela del colegio de Javier.
Muy a regañadientas Fernando fue a la citación. El rector les habló así:
Rector: ustedes adquirieron un compromiso con el colegio cuando matricularon a su hijo en él. “Lo primeros educadores de sus hijos, son los padres”. No veo la razón por la cual, en repetidas ocasiones, se les ha citado a los dos y sólo viene la madre del niño.
Fernando: Yo soy un hombre muy ocupado y para eso conseguí este colegio que dicen que es excelente. No tengo tiempo para reuniones. Además, para eso se paga una alta pensión y ese oficio de la educación es de los maestros.
Nuevamente, el Rector le explica a cerca de la responsabilidad que tienen los padres, pero Fernando no quiere entender.
Ante esta situación, se les plantea la posibilidad de retirar al niño del establecimiento en el próximo año, pues el rector les ha dicho que así no pueden tener una labor coordinada en los padres y el colegio.
Preguntas:
A continuación, se encuentran 5 preguntas relacionadas con el caso anterior, las cuales buscan saber su punto de vista. Las preguntas van dirigidas a los padres de familia de estudiantes de grados noveno, décimo y undécimo. Deberán responderlas en el cuaderno de Cívica de su hijo o su hija para después ser presentadas al docente y obtener una calificación.
- ¿Qué esperan estos padres del colegio?
- ¿Cómo entienden su labor educativa?
- ¿Qué factores hacen posible que cambien su actitud ante el colegio y en relación con la educación de sus hijos?
- Para usted, ¿en el proceso educativo de su hijo o sus hijos es importante no solo el colegio sino también la familia? ¿Por qué?
- ¿Por qué cree que hoy en día algunas familias no se vinculan con el proceso educativo de sus hijos?